El Miércoles Santo es el día del Nazareno, del Cristo que sufre camino hacia El Calvario y que revive entre nosotros una devoción encarnada en el pueblo que en Caracas toma vida en toda la ciudad, pero en particular en la Basílica de Santa Teresa, ante el Nazareno de San Pablo, cuyo rostro no trasmite abatimiento o resignación, sino fuerza ante el dolor supremo y firme decisión de inmolarse para salvarnos a todos.
Es la mezcla de lo divino y lo humano, del dolor y del sacrificio, del amor y de la entrega, de la consecuencia con un ideal y de la denuncia de la traición que formó parte del drama de la crucifixión.
El Nazareno camina con su cruz a cuestas, en hombros de un pueblo fervoroso que confía en Él y que ante las adversidades y dolores de la vida nos sirve de ejemplo de fortaleza, de esperanza y de fe.
El Nazareno nos recuerda el sufrimiento de quien se ofreció por nosotros y vivió en carne propia las inconsecuencias del ser humano, la prevaricación y la cobardía de un juez pusilánime y la entereza y valentía de una madre que estuvo allí acompañándolo en la vía dolorosa junto a otras decididas mujeres y junto al discípulo que no "arrugó" en la hora decisiva.
El Nazareno es para el pueblo venezolano más que una simple imagen. Es un símbolo que toca lo más profundo de nuestra fe arraigada en lo humano para elevarse a lo Divino.
En la Iglesia de Santa Teresa, desde la madrugada, hombres, mujeres y niños, vestidos con túnicas moradas hacen largas colas para ver una vez más al Nazareno de San Pablo, "varón de dolores" con su cara ensangrentada, con su mirada penetrante, rodeado de la emoción de los más sencillos creyentes en auténtica expresión de una religiosidad pura y espontánea.
En 1579 una epidemia de viruela azotó a Caracas y prácticamente la dejo sin habitantes. Al año siguiente, en 1580, por voto de Cabildo y de todos los caraqueños, al sur de la Catedral, se construyó una Capilla en honor a “San Pablo el ermitaño” en acción de gracias por haberlos liberado del contagio. Al lado de la Capilla, se construyó un hospital y un hospicio para mujeres.
La imagen del Nazareno de San Pablo.
No se sabe con certeza quién fue el escultor de la talla de madera de pino Flandes de Sevilla, España. Posiblemente fue Felipe de Ribas en el siglo XVII, pero la tradición dice que cuando el escultor terminó su obra se paró frente a ella a admirarla. En ese momento oyó una voz que salía de la imagen diciéndole: ¿”Dónde me viste que me has hecho tan perfecto”? y el artista impresionado cayó al suelo y murió.
Fue traída a Caracas, a la Capilla de San Pablo el ermitaño (de ahí viene su nombre). Consagrada el 4 de Julio de 1674 por Fray González de Acuña.
“El Limonero del Señor”
Cuenta la leyenda que en una ocasión, en 1597, una epidemia de peste del vómito negro o escorbuto, azotaba a los caraqueños, como no había medicina que curara la peste y todos los esfuerzos humanos eran inútiles, la población decidió recurrir directamente a Dios y sacaron en procesión a Jesús Nazareno de San Pablo y lo llevaron por las calles entre oraciones de súplica y de amor al Señor Todopoderoso.
En el trayecto, la cabeza de la imagen tropezó con una rama de una mata de limón agrio que se encontraba en el patio de una casa en la esquina de Miracielos y cayeron una cantidad de limones al suelo. La gente los recogió y aplicaron el jugo a los enfermos, produciéndose en ellos una cura inmediata. El milagro de la finalización de la peste, gracias a la intervención de El Nazareno, hizo que creciera aún más la devoción del pueblo a Jesús.
Traslado a la Basílica de Santa Teresa.
Entre 1870 y 1888, el país vivió el predominio del General Antonio Guzmán Blanco y con él cambio la fisonomía de la ciudad de Caracas. Entre otros, mandó a derrumbar la Iglesia de “San Pablo el ermitaño” y construyó en su lugar el “Teatro Nacional”. Cerró todas las Iglesias y expulsó a todos los sacerdotes y religiosas del país.
Pero su esposa Ana Teresa de Guzmán Blanco era una mujer muy católica, cuando se enteró de la destrucción de la Capilla de San Pablo, se encerró en su habitación a llorar y llorar. Su marido, al verla, le preguntó que le pasaba a lo que ella respondió: “Antonio, es que a ti te ha dado por ir en contra de la Iglesia; expulsas al Arzobispo, acabas con los conventos de monjas y curas; convertiste el Convento de San Francisco en Universidad; destruiste la Iglesia de La Trinidad y la convertiste en el Panteón Nacional y ahora demueles a San Pablo… ¿dónde vamos a meter a Nuestro Nazareno?”.
Las palabras de su mujer lo conmovieron de tal forma que le respondió: “No te preocupes querida, voy a mandar enseguida a hacer un templo moderno, una Basílica con tu nombre: Santa Ana y Santa Teresa, para que sea bajo tu protección que se conserve tan grande imagen”.
Basílica de Santa Teresa.
De manera oficial la Basílica de Santa Teresa se inauguró el 27 de Octubre de 1876.
Allí se traslado la imagen de Jesús con la cruz a cuesta a quien todos conocían como “El Nazareno que había estado en la capilla de San Pablo”. Durante todos esos años, la imagen bendita estuvo al cuidado de Doña Concepción Alvarado de Santana, quien fue, hasta su muerte, la encargada de vestir al Nazareno con sus atuendos especiales el Miércoles Santo. Actualmente, la tradición de vestirlo sigue aun como una responsabilidad y devoción de la familia Santana Alvarado.
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