Más tarde el niñito le preguntó a su padre: "Mamá por que aveces llora sin ninguna razón. Todas las mujeres lloran sin razón alguna, hijo. Fue lo único que el padre pudo contestar.
El pequeño niño creció, convirtiéndose en todo un hombre y preguntándose aun,por que las mujeres lloraban.
Un día el niño convertido en hombre se arrodilló y le preguntó a Dios: "Por que las mujeres lloran tan fácilmente, Señor.
Y Dios le respondió: "Cuando hice a la mujer tenia que ser algo especial... Hice sus hombros suficientemente fuertes como para cargar el peso del mundo entero, pero a su vez lo suficientemente suave para confortar a quien lo necesite.
Le di una inmensa fuerza interior para que pudiera soportar el dolor de dar a luz y hasta el rechazo que muchas veces proviene de sus hijos.
Le di una dureza que le permite seguir adelante y cuidar a su familia, a pesar de las enfermedades y fatigas, y sin quejarse aun cuando otros se rinden.
Le di la sensibilidad para amar a un niño bajo cualquier circunstancia, aun cuando su niño la haya lastimado mucho.
Esa misma sensibilidad que hace que cualquier tristeza, llanto o dolor del niño desaparezca, y que la hace compartir ansiedades y miedos de la adolescencia, e incluso de la edad madura.
Le di la fuerza suficiente para que pudiera perdonar a su esposo de sus faltas y la moldee de una de sus costillas para que pudiera cuidar de su corazón.
Le di sabiduría para que supiera que un buen esposo nunca la lastimaría y que también a veces le pongo a prueba para medir sus fuerzas y determinación para mantenerse a su lado a pesar de todo.
Pero hijo, para poder soportar todo esto Le di las lagrimas, al derramarlas vierte un poquito de amor en cada una de ellas, que se desvanecen en el aire y salvan la humanidad.
-Gracias por haber creado a la mujer, ahora comprendo el sentir de mi madre, hermana y esposa. Respondió el hombre.
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