-Mamá, papá soy yo, por fin he vuelto. Pero quiero pedirles un favor, me gustaría llevar un amigo a casa.
-Seguro, nos encantaría conocerlo.
-Hay algo que deben saber: el ha sido fuertemente herido en combate, tropezó con una mina y perdió un brazo y una pierna, no tiene a donde ir, quiero que vaya a vivir con nosotros.
-Nos duele oír eso hijo. Posiblemente podremos ayudarlo encontrando donde puede vivir.
-No papá no me has entendido, quiero que viva con nosotros.
-Hijo, no sabes lo que estás pidiendo. Alguien con un problema así podría ser un terrible estorbo para nosotros. Tenemos que vivir nuestras vidas. No podemos permitir que algo como eso interfiera con ellas, ahora que has vuelto. Yo creo que deberías venir a casa y olvidar a ese joven. Ya encontrará una forma de salir adelante.
El hijo colgó el teléfono. Los padres no volvieron a oír nada de el. Sin embargo, algunos días después recibieron una llamada de la policía de San Francisco. Su hijo había muerto al caer de un edificio. La policía concluyó que se trataba de un suicidio. Los sorprendidos y asustados padres acudieron a San Francisco y fueron conducidos a la morgue para identificarlo. Efectivamente, era su hijo, pero para su horror descubrieron algo que no sabían. Su querido hijo solo tenía un brazo y una pierna.
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